La mayor parte del pan producido industrialmente contiene una elevada proporción de almidón rápidamente digerible, un tipo de carbohidrato que nuestro organismo transforma en glucosa con relativa facilidad, proporcionando energía casi inmediata. Sin embargo, este almidón puede alterarse con la congelación, lo que genera un tipo de almidón conocido como "almidón resistente". Esta transformación tiene beneficios potenciales, ya que el cuerpo absorbe menos calorías al consumir pan que ha sido previamente congelado y luego descongelado.
Congelación y cambios en el almidón
Cuando el pan se congela, parte del almidón se convierte en almidón resistente, lo que modifica su estructura y reduce su índice glucémico hasta un 31%, según un estudio de la Universidad de Oxford Brookes, publicado en el *European Journal of Clinical Nutrition*. Esto implica que el almidón resistente se comporta más como una fibra soluble que como un carbohidrato simple, es decir, se descompone con menor facilidad en el sistema digestivo y es más difícil de absorber. Incluso, el almidón congelado mantiene estas características tras descongelarse e, incluso, aumenta su resistencia si se tuesta un poco después de descongelarlo.
¿Qué es el almidón resistente?
El almidón resistente es un tipo de carbohidrato que el sistema digestivo humano no puede descomponer en su totalidad. Se encuentra en alimentos como tubérculos, cereales, plátano verde y legumbres, y se genera al cocinar y luego enfriar los alimentos ricos en almidón. Este proceso transforma parcialmente el almidón en una forma más resistente a la digestión. Así, llega intacto al colon, donde es fermentado por las bacterias intestinales beneficiosas, actuando como un prebiótico que promueve su crecimiento y actividad.
Este tipo de almidón ofrece varios beneficios. Al no digerirse en el intestino delgado, regula los niveles de glucosa en sangre y disminuye la respuesta glucémica posprandial, lo cual puede ser ventajoso para la sensibilidad a la insulina. Además, estudios sugieren que su consumo puede favorecer la saciedad, reducir los niveles de colesterol y disminuir el riesgo de padecer cáncer de colon, debido a sus efectos positivos en la salud intestinal.
Congelar el pan: ¿Cómo y por qué?
Para preservar el pan y aprovechar las ventajas del almidón resistente, se recomienda congelarlo de la siguiente forma:
- Congelar pan fresco: Congelar el pan cuando aún está fresco ayuda a que conserve mejor sus propiedades y textura al descongelarlo. Evita dejarlo endurecer antes de congelarlo, ya que esto afectará su sabor y textura.
- Trocear el pan: Dividir el pan en porciones antes de congelarlo facilita el consumo, permitiendo descongelar solo la cantidad necesaria y ahorrando espacio en el congelador.
- Usar bolsas adecuadas: Colocar el pan en una bolsa de plástico apta para congelador o envolverlo en papel de aluminio evita que absorba olores de otros alimentos y que se seque.
- Descongelar correctamente: Para descongelar, basta con sacar el pan del congelador unas dos horas antes de consumirlo o usar el microondas si se necesita una descongelación más rápida. También se puede tostar directamente el pan congelado, aunque se recomienda evitar el horno, ya que puede secarlo en exceso.
Conclusión: ¿Por qué congelar el pan es ventajoso?
Además de mejorar la digestión del almidón, la congelación permite extender la vida útil del pan y reducir el desperdicio. Aunque no todos los carbohidratos son iguales, el almidón resistente es un componente beneficioso en la dieta, promoviendo la salud intestinal y metabólica. Estos cambios sencillos en la manera de almacenar y consumir pan pueden ayudar a disfrutar de este alimento básico con beneficios adicionales.
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Comentarios
Me parece increíble que seas capaz de hacer todo esto! Bueno no me parece increíble... por fin empieza a salir la verdadera Evi ❤️